QUÉ ES LA PROPIOCEPCIÓN?¿ CÓMO FUNCIONA Y CUAL ES SU IMPORTANCIA EN FISIOTERAPIA?
La palabra propiocepción deriva de sus raíces “propio-”, que significa de uno mismo; y “-cepción”, que significa consciencia. Es decir, la consciencia de lo propio: la consciencia de la propia postura corporal con respecto al medio que nos rodea. Éste artículo pretende ser un resumen para que entiendas su importància.
La propiocepción es el sentido que informa al organismo de la posición de los músculos y de otras partes corporales. La propiocepción regula la dirección y rango de movimiento, permite reacciones y respuestas automáticas, interviene en el desarrollo del esquema corporal y en la relación de éste con el espacio.
¿La propiocepción un sentido? Pero… ¿No eran cinco sentidos?
Existen 5 sentidos que todos conocemos: tacto, visión, audición, olfato y gusto. No es que se acabe de inventar un sentido, sólo que éstos que hemos mencionado pertenecen a un grupo llamado “sentidos de exterocepción”, puesto que nos permite percibir lo que ocurre en el exterior de nuestro cuerpo.
Todos sabemos también que tenemos cinco órganos de los sentidos exteroceptivos: la piel nos permite el tacto; los ojos nos proporcionan la vista; los oídos captan sonidos (y nos permiten el equilibrio); gracias a la nariz percibimos olores; y la lengua, que nos proporciona el gusto.
La propiocepción, en cambio, es un sentido de interocepción, es decir, gracias a él nuestro cerebro tiene conciencia del estado interno del cuerpo. Nuestro cerebro recibe la información propioceptiva través de los siguientes receptores:
- Husos neuromusculares: están en el vientre muscular.
- Órganos tendinosos de Golgi: están en la unión músculo-tendón y en el tendón.
- Propioceptores capsuloligamentosos: se encuentran en la cápsula y ligamentos.
- Propioceptores vestibulares: se encuentran en el oído interno informando de la posición de la cabeza y del movimiento de esta.
¿Y por qué es importante la propiocepción en fisioterapia?
Los ligamentos desempeñan un papel muy importante en la articulación. Por un lado, ofrecen resistencia al movimiento anómalo (son como unas cuerdas que impiden que los huesos se separen más de la cuenta) y además, aportan una retroalimentación neurológica, es decir, nos informan sobre la posición de la articulación y produce una respuesta que nos protege ante la tensión excesiva, evitando así una posible lesión.
Tras la lesión de una articulación, estos mecanismos quedan desorganizados, por lo que perdemos la estabilización refleja de la articulación y esto contribuye a que la lesión se reproduzca. Por ejemplo: cuando nos hacemos un esguince de tobillo, los ligamentos, cápsula, tendones, etc. éstos quedan distendidos. Esta lesión hará que la señal sensorial llegue alterada a nuestro cerebro por lo tanto, se enviará una respuesta motora inadecuada; de manera que será más fácil volver a tener un esguince en el futuro.
Con el trabajo propioceptivo podemos reeducar estas estructuras con el objetivo de favorecer las respuestas automáticas y reflejas.
¿Cómo trabajamos la propiocepción?
Principalmente trabajamos la propiocepción a través de ejercicios de equilibrio, coordinación y cambios de superficies. Estos ejercicios suelen comenzar de un modo simple, y a medida que vamos obteniendo destreza se van complicando, introduciendo una serie de materiales como pueden ser aros, bancos, balones, plataformas…
Para trabajar la propiocepción, debemos provocar estímulos externos que favorezcan las reacciones musculares reflejas, aumentando la dificultad de manera progresiva.
Si no tienes éstos aparatos en casa no hay problema, ya que puedes utilizar elementos que tengas en tu hogar como un cojín, una pelota, o incluso trabajar movimientos con una sola pierna te ayudarán a trabajar tu propiocepción.